jueves, 21 de junio de 2007

Jesucristo me enseña a confiar.

Sin dudar... y cómo dudar de su muerte... ¿y de su nueva vida resucitado...?
Fue por mi, por nosotros.
Estos pensamientos quiero acariciar en mi corazón.
Lo que El tiene que conversar conmigo... ¿No se apareció a los apóstoles y les instruyó y los mandó y les encargó su misión? Y su espíritu ¿no nos iba a enseñar todas las cosas?
Ahí me encuentro yo, necesitado de enseñanza, que me la tiene que dar El personalmente, el resucitado, el que vive, el que nos ha prometido estar con nosotros...
Hoy jueves, precisamente hoy jueves de la XI semana del año litúrgico, se leía en la iglesia lo que Jesús decía: "y cuando oren no sean como los paganos que se esfuerzan por hablar y decir, decir muchas cosas; ya sabe su Padre celestial lo que necesitan..."
"Cuando oren, oren así: Padre nuestro que estás en el cielo... hagase tu voluntad... " ¿Verdad que todos aprendimos una vez en nuestra casa el padrenuestro para rezarle a Dios? Ha llegado el momento en que esto tenemos que recuperar.
No necesito saber hablar para contarle a nuestro Padre del cielo lo que nos pasa, lo que necesitamos. Bien lo sabe El. Sí necesitaremos mirarle y con los ojos cerrados decirle "confío en tí, ayúdame" y nada más, porque el ya lo sabe todo. Sólo queremos llamar la atención y que se entere de que estamos ante El, mirándole, pidiéndole sin pedirle.
Confiar en El... no tengo que hacer otra cosa.

También es pensamiento de Jesus el decirnos y "cuando vayan a hacer algo por Dios... no hagan nada para que les vean... nuestro Padre celestial ya lo ve todo... y El que ve lo secreto te lo recompensará..."
Dios, que lo ve todo, llega así a ser nuestro confidente y amigo secreto. Y nadie necesita saberlo.

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