martes, 10 de julio de 2007

Con Pablo y Alfredo

Ayer, lunes, y obligadamente a la reunión de A.A.
Y llegó Pablo. ¡Qué alegría! Ya había venido el viernes anterior, pero ¿obligado? Ahora sí, venía por su cuenta, por su voluntad.
Nos compartió: 3 años en la cárcel de Quito por culpa del alcohol. Allí conoció a los A.A. y formó parte del grupo. A la salida pudo permanecer un año sin beber. Y después... de nuevo.
Ahora -dice- está decidido, ahora sí, piensa...
Llevaba la alegría en el rostro. Su mamá le había confiado 600 dólares para ir a hacer unas compras (materiales de construcción) y regresó entregando lo que no había usado, como 80 de vuelta. Antes, recordaba, no podían confiar en él... y robaba para beber.

Pablo, es mi primera conquista para el grupo. Lo intenté con Samuel pero no me respondió aunque me dijo que vendría al grupo.

También llegó Alfredo con la alegría en los ojos y bajo el brazo. Trajo la noticia de que le habían dicho que "hasta el padre Roque era de los alcohólicos". Por eso abrió la boca cuando al entrar me encontró en el grupo.
Después -en mi turno- le expliqué cómo había descubierto a los A.A., como se habían convertido para mi en mi propia experiencia espiritual, de la presencia de Dios en ellos. Y que por eso me gustaba estar, y quisiera estar.
También Alfredó nos comentó su estancia en la cárcel, en el hospital... y hasta en las puertas de la tumba, pero el que Todo lo puede no quiso que fuera así.
Alfredo lleva la felicidad dentro, la paz consigo.

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