martes, 10 de julio de 2007

Descripción de una experiencia religiosa

Del libro de Bil, capitulo IV, al final.

Nuestro amigo era hijo de un ministro protestante. Frecuentó la escuela religiosa, donde se rebeló contra todo aquello que le parecía excesivo en la enseñanza religiosa. En los años siguientes se sintió perseguido por un sentimiento de desorden y frustración. Fracasos en los negocios, locura, enfermedad fatal, suicidio, todas las desgracias que atormentaron a su familia inmediata lo dejaron deprimido y amargado. Las desilusiones de los años de posguerra, el agravamiento de su alcoholismo y la amenaza de la ruina mental y física llevaron a este hombre a la orilla del suicidio.

Una noche, en el cuarto de un hospital, le habló un alcohólico que había vivido una experiencia espiritual. Nuestro amigo se puso a gritar con rencor : Si hay un Dios, ciertamente que no ha hecho nada por mí". Más tarde, a solas en su cuarto, se preguntó: ¿Podrán todos los creyentes estar equivocados ?" Al reflexionar en esta pregunta vivió las torturas del infierno. Después, súbitamente, como un pensamiento fulminante, le llegó la idea que se formuló así: ¿QUIEN ERES TU PARA AFIRMAR QUE DIOS NO EXISTE?"

Este hombre nos cuenta que cayó de rodillas junto a su lecho. En pocos segundos fue dominado por la convicción de que Dios estaba presente. Esta certeza se acercó a él y lo penetró con la seguridad y la solemnidad de una gran marea. Las barreras que había erigido por años y años se desplomaron. Se encontraba en presencia del Poder y el Amor infinitos. Del puente había pasado a la playa. Por vez primera vivía en la consciente compañía de su Creador.

Así se puso en su lugar la piedra angular de la vida de nuestro amigo. Después, ninguna vicisitud lo llegó a inquietar en su vida. El problema de alcoholismo de este hombre fue eliminado. Esa misma noche, el alcohol llegó a ser cosa del pasado. Salvo en algunas ocasiones, la idea de beber no regresó jamás a nuestro amigo; y todavía más, le tomó una gran aversión a ella. Aparentemente, aunque él hubiese querido beber, no habría podido. Dios le había restituido la razón.

¿No es una curación milagrosa? Sin embargo, los elementos de que consta son simples. Este hombre se dispuso a tener fe, debido a las circunstancias. Él se ofreció humildemente al Autor de sus días fue entonces cuando lo supo. También nosotros recuperamos la razón por la gracia de Dios. Para este hombre, la revelación fue repentina. Para otros, el cambio ha sido más lento. Sin embargo, Él ha venido a todos aquellos que lo han buscado con honestidad.

Cuando nos acercamos a Él, !Él se nos reveló!

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