SU TRANSFORMACION – SU EXPERIENCIA ESPIRITUAL.
(Ver A.A. Llegar A Su mayoría de edad. Pp. 58-59 y 62-63
El presente texto está tomado del libro arriba indicado. Es texto de Bill, de la charla que dio en el 20 aniversario del inicio de los A.A. en la convención de San Luis. Aquí cuenta su transformación y su experiencia espiritual. Iniciamos con el encuentro que tuvo con un antiguo amigo suyo -borracho como él- llamado Ebby. El contacto con él fue fundamental para su transformación.
"Bien", dijo Ebby, "tengo religión".
Me quedé con la boca abierta. ¡Ebby con religión! Probablemente su locura alcohólica se había convertido en locura religiosa.
Era una sorpresa abrumadora. Yo había sido educado en una maravillosa facultad de ingeniería de donde había obtenido la impresión de que el hombre era Dios. Pero por cortesía le pregunté: "¿Qué clase de religión tienes, Ebby?"
Y me respondió: "Bueno, yo no creo que tenga un nombre especial. Simplemente me encontré con un grupo de gente denominada Grupos Oxford. Por supuesto que no estoy de acuerdo con todo lo que ellos enseñan, pero me han dado ideas maravillosas.
Aprendí que tenía que admitir que estaba derrotado; vi que tenía que hacer un inventario personal y confesar mis defectos a otra persona en forma confidencial; aprendí que necesitaba restituir el daño que había causado a otras personas. Se me dijo que debía practicar una forma de entrega personal absolutamente desinteresada, cual es el darse por entero a otras personas.
Ahora bien, yo sé que vas a sorprenderte, pero me enseñaron que debería intentar comunicarme con el Dios que yo aceptara y pedirle la fuerza suficiente para cumplir estos simples preceptos. En caso de que yo no creyese en ningún Dios, se me aconsejó hacer el experimento de rezarle al Dios que "pudiera existir".
Tú sabes Bill, que es aparentemente cómico, pero aun antes de que hubiera empezado todo esto, tan pronto como decidí ensayar con mentalidad abierta, me pareció que mi problema alcohólico se desaparecía de mi vida. Ya no se trataba simplemente de una lucha contra la bebida. En esta ocasión me sentí completamente aliviado del deseo y no he tomado una sola copa durante varios meses".
Ebby no trató de hacerme presión o de evangelizarme, y se fue rápidamente.
Yo continué bebiendo durante varios días. Pero en ningún momento logré olvidar a mi amigo. No podía sacar de mi mente lo que me había dicho. En la comprensión del sufrimiento común, un alcohólico había estado hablando con otro alcohólico.
pp. 62-63
Yo no estaba en muy malas condiciones. A los tres o cuatro días ya no necesité más los sedantes que me administraba, pero me sentía muy deprimido. Todavía estaba rumiando el problema del Poder Superior.
Una mañana, mi amigo Ebby apareció y permaneció de pie en la puerta de mi habitación, sonriendo ampliamente. Yo no podía encontrar qué le parecía tan gracioso. Entonces tuve la sospecha de que tal vez fuera ésta la ocasión en que Ebby me trataría de evangelizar.
"Tal vez este amigo venía a hablarme de bellezas y dulzuras". Pero no, él me hizo esperar hasta cuando le pregunté: "¿Bueno, cuál es la formulita? Explícamela una vez más".
Con todo su buen humor, me la suministró de nuevo: "Tú admites que estás derrotado. Tratas de ser honrado contigo mismo; hablas de ello con alguien más. Tratas de restituir los daños que hayas causado. Tratas de dar de ti mismo sin avaricias, sin pedir recompensa. Y, rezas al Dios que tú creas que exista, aunque sea en forma experimental".
La fórmula fue así de simple y así de misteriosa. Después de alguna pequeña conversación, se fue.
Mi depresión se profundizó en forma insoportable hasta cuando finalmente me pareció estar en el más oscuro fondo de mi vida. Todavía me rebelaba acerca de la noción de un Poder Superior a mí mismo, pero finalmente el último vestigio de mí orgullosa obstinación se quebrantó. De pronto me encontré exclamando: "¡Si existe un Dios, que se me muestre! ¡Estoy listo para hacer cualquier cosa, cualquier cosa!"
De repente la habitación se llenó de una luz blanca. Me sumergí en un éxtasis que no hay palabras para describir. Me pareció, con los ojos de mi mente, que yo estaba sobre una montaña y que soplaba un viento, no de aire sino de espíritu, Y luego surgió en mí la idea de que yo era un hombre libre. Lentamente el éxtasis se fue desvaneciendo. Yo estaba acostado pero ahora, durante un tiempo, me sentí en otro mundo. Un nuevo mundo de realidad consciente. A mi alrededor y dentro de mí había una maravillosa sensación de Presencia, y pensé para mis adentros: "De manera que éste es el Dios de los predicadores". Una gran paz me sobrevino y pensé: "No importa qué tan extraña parezca esta experiencia, para mí está perfectamente adecuada. Todas las cosas están bien con Dios y con Su mundo".
Luego, poco a poco, empecé a sentirme atemorizado. Mi educación moderna se despertó para decirme que estaba sufriendo alucinaciones y que lo mejor era llamar al doctor. El Dr. Silkworth me hizo un gran número de preguntas y después me explicó: "No, Bill, usted no está loco. Aquí ha sucedido algún evento básico psicológico o espiritual. He leído acerca de estos fenómenos en los libros. Hay ocasiones en que las experiencias espirituales realmente alivian del alcoholismo a la gente". Inmensamente confortado empecé a preguntarme qué era lo que me había acontecido, (2)
El día siguiente tuve más luces acerca de esto. Creo que fue Ebby quien me trajo una copia del libro de William James "Variedades de
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Casi lodos los A.A. tienen experiencias espirituales que transforman totalmente sus actliudes. Ordinariamente, tales ocurrencias son graduales y pueden tener lugar en períodos de meses o aún de años.
Un considerable número de miembros de A.A,, incluyendo a Bill, quienes han tenido la experiencia espiritual en forma repentina, no ven mayor diferencia en cuanto concierne al resultado practico entre la iluminación repentina y el despertar espiritual mucho más lento y mucho más típico,
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